Los colores son el elemento más atractivo para que un consumidor se sienta atraído ante un determinado producto. El poder de decisión de compra se verá altamente influenciado por la apariencia de un alimento. Los colores brillantes son ampliamente buscados debido a que son muy atractivos, trasmiten una idea de frescura y los hacen más apetitosos.

Los distintos procesos a través de los cuales son sometidos los alimentos provocan que, en muchas ocasiones, la apariencia visual se vea mermada por éstos. La adición de colores a la formulación resulta ser una práctica común para contrarrestar el efecto de éstos en la decoloración de los mismos. La dosificación de los colores, tanto naturales como artificiales, se encuentra regulada por distintas instituciones a nivel nacional e internacional, sin embargo, la creciente demanda de productos más naturales ha provocado un cambio global en la utilización de colores artificiales.

La utilización de los colores naturales a escala industrial se vio empujada a raíz del estudio realizado por la Universidad de Southampton Inglaterra en el 2007. Dicho estudio señaló la correlación entre la utilización de los colores artificiales amarillo ocaso (E110), tartrazina (E102), carmoisina (E122), rojo poceau 4R (E124), amarillo quinoleína (E104)  y rojo allura (E129) y la hiperactividad en niños. Esto ocasionó que se hiciera una modificación a la legislación europea respecto del uso de estos colorantes.

Esas modificaciones a la legislación se sumaron a la macro tendencia de “clean label”, las cuales buscan alternativas saludables que vayan de acuerdo con el estilo de vida de los consumidores actuales. En este sentido, cada vez más empresas y líderes de la industria de alimentos y bebidas, están optando por sustituir los colores artificiales en sus formulaciones.

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